Carta a la Orden al inicio del nuevo Sexenio
¡Agradezcamos al Señor!
Prot. N. 00380/19
INTRODUCCIÓN
1. Me gusta empezar esta carta con una sencilla invitación: ¡Agradezcamos al Señor!
Esta era una expresión que un hermano solía repetir al final de cada conversación o encuentro. Lo hacía siempre, incluso en discusiones apasionadas y con el rostro encendido por la emoción ya hubiese llegado a un acuerdo, o por el contrario, las opiniones permaneciesen divergentes o contrarias. Concluía siempre con la misma expresión: ¡Bueno!, ¡Agradezcamos al Señor!
2. Me parece descubrir en este modo de ser y de expresarse un rasgo muy característico de la experiencia de San Francisco y casi un eco de su continuo prorrumpir alabanzas al Altísimo Señor Dios. Cada vez más consciente de las grandes cosas que el Señor quería hacer en su vida, y seguro de las promesas aún más grandes para el futuro, Francisco no podía concluir sino afirmando que el Altísimo, el Todopoderoso es un Buen Señor: ¡Él es todo Bien, todo el Bien, el Sumo Bien, al cual nosotros mostramos nuestra completa gratitud[1]!
3. Además, la misma Madre del Redentor, la Virgen bendita, nuestra Madre María es quien nos educa diariamente en la gratitud y en la alabanza. Nos invita a alabar al Señor por las grandes cosas realizadas a nuestro favor, de los hermanos y de su Pueblo. Cada día nos invita a dar gracias desde lo profundo del corazón que exulta en Dios nuestro Salvador (cf. Lc 1, 46-55).
4. Vuelve repetidamente, en el fresco magisterio del Papa Francisco, la invitación a hacer memoria agradecida del pasado, para abrirnos decididamente al futuro y recuperar la energía necesaria para vivir con pasión el presente de nuestro camino, de nuestra historia, de la historia de la Orden y de la Iglesia[2]. De este modo, la vida se convierte en un Laudato Si [3], que brota de la alegría de reconocer lo bueno que es el Señor con quien lo acoge a Él y a su Evangelio[4].
5. Entre los acontecimientos recientes que recordamos con memoria muy agradecida, está sin duda la celebración del 85° Capítulo General (26 de agosto – 15 de septiembre de 2018) que ha evaluado el tramo de camino recorrido de nuestra Orden en el último sexenio y ha abierto la vía para caminar con decisión en los próximos años. Es el momento de empezar a poner en práctica las indicaciones propuestas en los trabajos capitulares, sin olvidar las preciosas indicaciones del Papa Francisco en ocasión de la audiencia que nos concedió el 14 de septiembre de 2019[5].
I. RATIO FORMATIONIS
6. Después de la presentación del informe del Ministro general Fray Mauro Jöhri y de la elección del nuevo gobierno, el tema principal previsto en la agenda capitular era el estudio y la aprobación de la Ratio Formationis Ordinis. El tema había sido ampliamente profundizado en los años precedentes con la contribución de toda la Orden. Las conclusiones se presentaron en el Instrumentum laboris preparado por la comisión competente. Al inicio del Capítulo se percibía una cierta tensión en el ambiente, pensando que los temas tratados y las diversas sensibilidades habrían podido evidenciar alguna división dentro de nuestro Orden. Se trataba de una preocupación infundada, de hecho, los trabajos han puesto de manifiesto un sentir común de los hermanos muy significativo.
A) La comunión de los valores expresados por la ratio
7. Durante los trabajos, cada capitular tuvo la posibilidad de intervenir sobre este tema y sobre los otros temas de la agenda. A nadie se le negó o limitó la palabra. Las intervenciones fueron apropiadas y constructivas; y el diálogo se desarrolló de forma natural y madura, con un profundo respeto a todas las intervenciones. Esto pone de manifiesto el clima de comunión que hemos experimentado. Debemos reconocer que ha sido un verdadero don de Dios, porque no siempre ocurre así entre nosotros.
8. Lo más importante es que, de manera clara, hemos podido comprobar que la Orden, de una parte a otro del mundo, comparte de manera evidentísima los mismos valores que caracterizan nuestra identidad de Hermanos Capuchinos y la llamada a vivir el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según la forma de nuestra vocación. Tengo la impresión, casi de manera inequívoca, que esta comunión no es fruto de un simple conocimiento intelectual de nuestra Regla o de nuestras Constituciones, sino de un ‘sentir’ que se ha hecho vida, que se ha hecho entrañas, seguimiento e íntimo deseo/compromiso de corresponder con autenticidad a la llamada del Señor. Creo que esto es un gran punto de referencia y un motivo para fiarnos de forma segura del camino que el Señor nos invita a recorrer en un futuro próximo, a cada uno de nosotros y a toda la Orden.
9. Debemos reconocer que, entre el ideal y la realidad, entre el deseo más auténtico y la traducción a la vida de los hechos concretos, siempre hay una distancia bastante acentuada. San Pablo nos da una espléndida descripción y motivación: porque sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí. De esa manera, vengo a descubrir esta ley: queriendo hacer el bien, se me presenta el mal (Rm 7, 18-21).
10. Nosotros nos encontramos también muy a menudo en contradicciones parecidas: claro que somos sinceros cuando cultivamos el deseo de ser coherentes hasta el final en nuestra respuesta al Señor y nos esforzamos mucho en ello; pero a veces aparece nuestra fragilidad y descubrimos que hemos correspondido poco o nada, y que tenemos que comenzar de nuevo cada día. No faltan tampoco ocasiones en las que aparecen la decepción y el desaliento. ¿Cómo salir de esta situación? Nuevamente San Pablo nos lo indica: “Doy gracias a Dios que me libró por medio de Jesucristo, Nuestro Señor” (Rm 7, 25).
11. Estamos seguros de que el Señor no permanece impasible ante nuestros esfuerzos o fracasos como si fuese un simple espectador, ni se presenta como un simple modelo a imitar; todo lo contrario, diariamente permanece a nuestro lado y hace de nosotros lo que Él desea. Gracias a Él podemos retomar siempre con confianza el hermoso tramo del camino que nos queda por recorrer. Todos somos conscientes de los valores que nos unen y caracterizan nuestra identidad carismática, y de nuestro deseo de encarnarlos con mayor autenticidad. El Señor nos conducirá con eficacia y fidelidad.
B) La integración y la publicación de la Ratio
12. Los Capitulares, con sus intervenciones y aportes, han enriquecimiento y mejorado el texto de la Ratio tal y como estaba formulado en estos años de estudio. La Ratio Formationis, en términos generales, ha sido acogida positivamente, por este motivo, el Capítulo General ha pedido que se nombre una comisión que integre las contribuciones presentadas y mejore el texto. La recomendación es que el texto definitivo sea entregado al Ministro general y a su Consejo en el tiempo máximo de un año, de modo que la Ratio pueda ser finalmente aprobada y hacerse operativa, cuanto antes, para todos los Hermanos de la Orden.
13. El Consejo general, teniendo en cuenta estas indicaciones, ha confirmado la pequeña comisión responsable de la última redacción del texto. La comisión está ya trabajando y prevé entregar el texto actualizado en los próximos meses de septiembre/octubre. Esperamos que a finales de este año la Ratio Formationis Ordinis pueda ser, finalmente, entregada a todos (cf. Moción 1.1).
C) la aplicación de la Ratio en las distintas zonas de la Orden
14. Los valores de nuestra vida y vocación, reconocidos por todos los capitulares en un buen clima de armonía, ahora deben ser aplicados en los lugares donde estamos llamados a vivir y a dar testimonio. Tal y como puso de manifiesto Fray Mauro Jöhri en su informe, y tal y como demuestran inequívocamente los números de la estadística, la Iglesia Católica ya no tiene su centro en el mundo occidental y menos aún en el continente europeo. La sociedad occidental está, en gran parte, secularizada e incluso “descristianizada’. Las vocaciones sacerdotales y religiosas están en un acentuado declive. Por el contrario, las áreas asiática y africana, en las que nuestra Orden sigue aumentando de modo significativo desde el punto de vista numérico, equilibran nuestros datos estadísticos. Resulta totalmente lógico y necesario que los valores carismáticos compartidos y aceptados por todos encuentren expresiones concretas diferentes, en razón de las diversas situaciones y culturas en las que estamos insertos y que explican, de alguna manera, nuestra vida y la vida de la gente.
15. Es responsabilidad de cada Conferencia o Circunscripción elaborar los propios proyectos formativos, pero con esmerada atención. No se trata de cambiar nuestra identidad carismática y los valores de nuestra vocación específica haciendo entrar, sin el suficiente discernimiento, otros elementos propios de las distintas culturas; al contrario, se trata de identificar las modalidades mediante las cuales los valores evangélicos de nuestra forma de vida pueden ser vividos con autenticidad en las diferentes culturas, valorizando todo lo bueno, y poniendo de manifiesto los aspectos frágiles o necesitados de ser corregidos según Dios. A través del testimonio de nuestra vida evangélica estamos llamados a introducir la Buena Nueva del Reino.
16. La Orden tiene delante una tarea importante y apasionante, podríamos decir incluso que se trata de algo casi pedido expresamente por el Señor. El actual desarrollo vocacional en las diversas áreas del mundo ya no corresponde a los modos y modelos a los que estábamos acostumbrados. Tenemos que pedir insistentemente la luz del Espíritu Santo para que sostenga nuestra tarea y guíe nuestros pasos en la fidelidad a nuestra vocación. A lo largo de los próximos años estudiaremos junto a los miembros del Consejo internacional de la formación, qué modos podrán eficazmente acompañar y verificar la promoción de la Ratio Formationis en cada una de las conferencias (Cf. Moción 1.2).
II. LA ORDEN EN EUROPA
17. Todos somos bastante conscientes de la situación que vive la Orden hoy en el contexto europeo. Se está produciendo una vertiginosa disminución numérica. Desde la perspectiva humana todo esto genera mucha desazón, pero desde la perspectiva de la fe es un hecho que, una vez más, se nos exige una respuesta responsable, basada en la certeza de que el carisma y su futuro están firmes en el señorío de Dios. Hay que hacer notar que Europa oriental no se encuentra en esta situación y de momento no se prevé ningún cambio de tumbo
18. La Orden, en los últimos, años ha puesto en marcha algunas iniciativas intentando dar respuesta a las nuevas situaciones, y se perciben ya pequeños signos de recuperación. Se trata de signos que requieren nuestra atención y acompañamiento, porque, de alguna manera, confirman que el Señor todavía actúa a través de nosotros, y que nuestro carisma es capaz de insertarse y testimoniar de manera fructífera el Evangelio, también, en el mundo secularizado. Me atrevería a decir aún más: el mundo nos está ‘esperando’, y espera que seamos capaces de ‘ponernos a su disposición’, viviendo con sencillez y autenticidad nuestra vocación de hermanos menores. Me parece evidente que el Señor nos está interpelando con fuerza, y por ello podemos y debemos estar disponibles. ¡Todavía queda mucho por hacer!
19. El nuevo gobierno de la Orden desea comprometerse en hacer realidad, según las modalidades que podamos encontrar juntos, las reiteradas y unánimes peticiones de los Capitulares: revisar la configuración de las Conferencias y de las Circunscripciones, prestando una especial atención al desarrollo, por una parte, de la colaboración entre las Circunscripciones, y por otra, al proyecto llamado Fraternidades para Europa.
A) Revisión de las Conferencias y las Circunscripciones
20. A raíz de los rápidos cambios en toda Europa y la consiguiente variación significativa de nuestras presencias, en el Capítulo surgió la exigencia de que el nuevo gobierno de la Orden estudie el modo de actualizar las Conferencias Europeas de Superiores Mayores y las Circunscripciones del área mediterránea y del Golfo Pérsico. Todos tenemos conciencia de que esta necesidad es cada vez más apremiante: pensemos en la situación de la Conferencia Ibérica (CIC), en la fragilidad de nuestras presencias en los países del Mediterráneo, en particular Grecia y Turquía (ASMEN), y también en algunas cuestiones que deben ser estudiadas en relación a la CECOC (países de Europa Oriental) y a la CENOC (países de Europa del Norte), de modo especial todo aquello que tiene que ver con las casas de formación.
21. Nuestras Constituciones encomiendan al Ministro general y su Consejo la responsabilidad de constituir las diversas Conferencias; pero no hay duda de que deben estar implicados en la reflexión, al menos, todos los Superiores mayores de las zonas afectadas, porque las cosas se hacen mejor si todos contribuyen con sus observaciones. Desde la perspectiva de la fe y del carisma propio de nuestra fraternidad, si todos nos sentimos implicados y damos nuestra contribución, comprenderemos mejor qué es lo que el Señor nos pide y también trabajaremos más en sintonía con la voluntad de Dios.
22. La disminución numérica ha impuesto desde hace tiempo la reducción de algunas circunscripciones, casi siempre con la unificación de dos o más provincias. Seguimos dando pasos en esta dirección y con mayor previsión habrá que pensar en los pasos que tendremos que dar en el futuro. Es indiscutible y comprensible que todos estos pasos conlleven ciertos sufrimientos que suscitan algunas resistencias, quizás, en ocasiones, un poco exageradas. A este respecto conviene señalar que si por un lado el apego a la propia provincia indica un fuerte sentido de pertenencia y de amor a la institución que nos ha “generado” en el Orden, por otro, no podemos permitir que las circunscripciones que tanto han contribuido a lo largo de los siglos a un desarrollo ordenado de la Orden en Italia y en Europa se conviertan, debido los profundos cambios que estamos viviendo, en un obstáculo incluso, en algunas ocasiones, en un rechazo que nos impide reconocernos hermanos. Esto supondría una gravísima herida mortal en nuestra identidad carismática.
23. Si somos capaces de no dejarnos condicionar demasiado por las estructuras que en este momento pueden correr el riesgo de asfixiarnos, y sabemos abrirnos cordialmente a los otros, sean de lenguas, naciones, culturas o formación diferentes, entonces todo se convierte en beneficio para nuestra vida personal y para la vida de la Orden. Estoy seguro de que todo esto se puede convertir en un camino de crecimiento sano y de enriquecimiento mutuo, precisamente en los contextos en los que estamos sufriendo una fuerte disminución numérica. Ninguno de nosotros vive su propia vocación en razón de los números o de las estructuras; todos estamos llamados, usando las estructuras necesarias que deben ser siempre revisadas, a constituir las fraternidades evangélicas que nos ofrezcan la oportunidad de responder efectivamente al Señor que nos llama.
B) Colaboraciones en acción y colaboraciones por desarrollar
24. Para la Iglesia europea y occidental, el siglo XX ha sido, sin duda alguna, un siglo caracterizado por un imponente impulso misionero. Numerosos religiosos y religiosas se desplazaron a diversos lugares de África, Asia y América para llevar el primer anuncio del Evangelio a lugares dónde la fe cristiana todavía era poco o nada conocida, y a abrir nuevas comunidades eclesiales, que hoy día son iglesias vivas, florecientes y en crecimiento.
25. ¡Cuantos de nuestros Hermanos Capuchinos han dejado su tierra y su Provincia para ir con entusiasmo ‘a las misiones’¡ Decidieron donarse del todo por el Reino de Dios! ¡Cuanto compromiso por parte de las Provincias para enviarlos y apoyarlos! Si por los frutos se conoce la bondad del árbol, tenemos que reconocer que, siendo conscientes de los límites de nuestra naturaleza humana, la obra de los misioneros ha sido realmente eficaz y en muchos casos grandiosa. Sin duda alguna, todo es gracia del Señor que obra a través de la disponibilidad sincera de los hermanos que no han tenido miedo a ponerse en camino, y también de la generosidad de los que les dejaron irse. Tenemos que reconocer que en el interior de cada uno de nosotros se produce una cierta envidia sana, y una profunda admiración a nuestros misioneros que han sido capaces de entregarse, de llevar a delante muchas buenas obras y de ser testigos del Evangelio; y no en pocos casos, sacrificando literalmente, la propia vida.
26. Pero ¿por qué no pensar que esa misma vocación que les ha empujado a ser realmente obreros del Evangelio, es también nuestra propia vocación? Si abrazamos plenamente nuestra vocación, el Señor nos permitirá también hoy a nosotros hacer lo mismo que ellos hicieron, quizás de modo diverso, pero incluso aún mejor.
27. Una forma que en estos años está asumiendo la irrenunciable dimensión misionera de nuestra vocación (cf. Const. 175, 5) es la colaboración entre las distintas circunscripciones. Constatamos positivamente que existe ya un movimiento significativo de hermanos, en particular de las provincias de la India, que están siendo enviados para ayudar a las ‘viejas’ circunscripciones del mundo occidental. Sin esta ayuda, no solo nuestras presencias corren el riesgo de reducirse demasiado, sino que se resentiría también la vitalidad y la significatividad de nuestro carisma, junto a la extinción de nuestra capacidad efectiva de corresponder a la urgencia de una nueva evangelización (en ambientes donde) la vida de grupos enteros no es más informada por el Evangelio y muchos bautizados han perdido, en parte o totalmente, el sentido de la fe (Const. 176, 3).
28. Hay muchos aspectos positivos en estas colaboraciones que, sin duda alguna, se van a mantener y en la medida de lo posible reforzar, según el mandato del Capítulo. Pero hay que poner en evidencia también algunos aspectos críticos, debido en algunos casos, al incumplimiento de las indicaciones de nuestras Constituciones, pero sobre todo, debido a un cierto desorden en las realizaciones concretas. Esto debe llevarnos a retomar las orientaciones para la colaboración de personal aprobadas ad experimentum en el Capítulo General de 2012[6]. En algunos cuestiones, también la Ratio Formationis ofrecerá contribuciones concretas, por ejemplo, lo que respecta a la formación que debe adquirir un hermano antes de ser enviado a la misión o a la colaboración.
29. Hay que mantener la esperanza. Si estamos atentos a las expresiones de todo este nuevo dinamismo emergente, actualizándonos a los tiempos en que vivimos, y renovamos nuestra disponibilidad a ir sin reservas allí donde las necesidades del Pueblo de Dios piden nuestra respuesta, contribuiremos a renovar el entusiasmo de nuestra Orden por el Reino de Dios y la vivacidad que siempre nos ha caracterizado a lo largo de los siglos.
30. Existe otra forma de colaboración entre circunscripciones iniciada hace tiempo con muchos efectos beneficiosos, y que creemos que se debe apoyar con el máximo esfuerzo, porque caracterizará fuertemente el futuro de la Orden: se trata de la apertura generosa y cualificante de la dimensión fraterna a la colaboración entre circunscripciones vecinas o de la misma zona. Aquellos que han iniciado este camino con firmeza, y han hecho frente a las dificultades que nacen de este intento, saben también cuántos son los beneficios que aporta la colaboración, particularmente a las jóvenes generaciones de la Orden, que sin dificultad aprenden a estar abiertos a la dimensión mundial de nuestra fraternidad, sin quedar limitados o entristecidos por las fragilidades locales, porque confían en que nuestra mayor riqueza es la pluriformidad.
31. En este sentido quiero hacer una llamada a la responsabilidad de los Superiores Mayores de todas nuestras Circunscripciones sin excepción: si vuestras decisiones están orientadas a la búsqueda activa de una seria colaboración, esto puede favorecer grandemente el crecimiento fraterno de vuestros hermanos y de toda la Orden; de la misma manera que las opciones contrarias a la colaboración lo pueden dificultar.
C) Proyecto de Fraternidades para Europa
32. Desde hace varios años nos estamos planteando cómo hacer para que en occidente nuestra presencia pueda seguir siendo significativa en el futuro. Fue justamente en el año 2014 cuando se reunieron en Fátima todos los Ministros provinciales y los Custodios de Europa precisamente para debatir sobre este tema. Anteriormente se había iniciado alguna pequeña experiencia (v.g. Clermont-Ferrand), pero desde entonces la Orden ha promovido con más decisión, el proyecto de Fraternidades para Europa. Fray Mauro Jöhri describía este proyecto en los siguiente términos: “Queremos intentar un nuevo camino, constituyendo fraternidades interculturales, que a la luz del Evangelio y de nuestras Constituciones vivan la oración, la vida fraterna y la misión de modo auténtico y coherente. El recurso de la interculturalidad será el testimonio, de que hermanos procedentes de diversas culturas, si miran a Cristo presente entre ellos, pueden vivir, donarse y trabajar juntos. Nos sostiene la conciencia de que el carisma de Francisco de Asís, vivido y testimoniado, todavía tiene mucho que decir y comunicar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Aún no sabemos cuál será el resultado de este camino, pero con la esperanza en el corazón queremos empezar a dar los primeros pasos“[7].
33. El proyecto se desarrolla actualmente, aunque con modalidades diferentes, en algunas fraternidades ya constituidas e iniciadas: Clermont Ferrand y Lourdes en Francia, Kilkenny en Irlanda, Amberes en Bélgica, León en España y Spello en Italia. Esta iniciativa parece que ya está dando frutos muy positivos, y nosotros con firmeza, atendiendo a los mandatos del Capítulo general, queremos comprometernos a apoyarla aún más. Por el momento, estamos pensando y trabajando para que se constituyan otras dos nuevas fraternidades con estas características: Meercel-Dref en Bélgica, cerca de la frontera con Holanda, y en el santuario de Mariabesnyo, una de nuestras antiguas presencias en Hungría. Quisiéramos también valorizar en este sentido, Le Celle de Cortona, uno de nuestros lugares franciscanos por excelencia. Se trata de uno de los lugares que podría responder muy bien a la necesidad de muchos hermanos de saborear de nuevo las raíces de nuestra espiritualidad, volviendo a nuestras fuentes, y pasando un tiempo, más o menos prolongado, en un clima de sencillez, de oración y de acogida.
34. Naturalmente, para todas estas iniciativas, pedimos la disponibilidad y el entusiasmo de hermanos que deseen lanzarse a esta hermosa aventura. Aquellos que estén disponibles pueden informar a sus propios Ministros provinciales y al Consejero general del área; ellos sabrán cómo coordinar todo y responder de la mejor manera a los deseos y capacidades de cada hermano según las nuevas oportunidades de crecimiento y de testimonio que el proyecto ofrece.
III. LA ORDEN EN ASIA Y ÁFRICA
35. La mano de Dios no nos ha dejado, al contrario, continúa su obra haciendo crecer significativamente a los capuchinos en las zonas de Asia y África. Es un gran signo de predilección hacia nuestra Orden, y una gran bendición de Dios para nosotros. Es muy hermoso saber que casi en cualquier parte del mundo se pueden encontrar hermanos gozosamente comprometidos en vivir nuestra misma bendita vocación. Es necesario que aprovechemos y tratemos de ayudarnos unos a otros, para que el árbol frondoso que está creciendo en estas zonas, por la inagotable benevolencia divina, encuentre savia sólida y abundante en los valores de nuestro carisma. Las áreas de las que hablamos son vastas y comprenden muchas culturas, lenguas y tradiciones diferentes, sin embargo, en razón del único carisma, podemos reflexionar sobre algunas necesidades comunes.
A) La encarnación del carisma
36. Creo que no hay duda de que si el Señor permite que la Orden hoy crezca con tanto vigor en Asia y África, es porque sabe que allí nuestro carisma encuentra terreno fértil y hermanos que pueden encarnarlo con autenticidad. La tarea que el Señor pone en nuestras manos, y sobre la que tenemos que estar en constante y apasionada revisión, es precisamente el desafío de traducir con autenticidad los valores de nuestro carisma a culturas muy diferentes, muy originales y muy ricas, porque podemos ser en ellas fermento bueno del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Esta es una tarea que llama en causa in primis precisamente a los hermanos pertenecientes a esas mismas culturas. Difícilmente un europeo o un americano podrán encarnar el carisma en culturas que no son las suyas; podrán ayudar a transmitir los valores propios de nuestra vida franciscana capuchina, pero hacerlos revivir de manera profunda y original es tarea de quien nació en esas culturas, de quien ha respirado el aire, y por eso puede entender como en ellas es posible poner el fuego de la espiritualidad franciscana (cfr. Moción 1.4).
Hay dos temas fundamentales sobre los que vale la pena reflexionar siempre, porque son centrales en nuestra identidad y pueden tener consecuencias importantes en el desarrollo de la Orden: el tema de la fraternidad[8] y el tema de los hermanos laicos.
37. Es comprensible que, en los momentos de expansión, nuestras nuevas presencias se inicien sólo con algún hermano; pero es comprensible sólo en el momento inicial. La cosa se vuelve problemática y discutible cuando, en territorios en los que ya estamos presentes desde hace bastante tiempo, se abren nuevos lugares, generalmente para asumir la responsabilidad de las parroquias, pero sin garantizar la presencia al menos del mínimo de tres hermanos (cfr. Const. 118,8). La fraternidad en estos casos es sólo teórica: falta la convivencia cotidiana, hecha de oración fraterna, de momentos para confrontar y compartir nuestra vida y nuestra fe, de servicios comunes realizados por todos al servicio de unos y otros; falta la dimensión propia de nuestra fraternidad, ‘lugar’ privilegiado en el que cada uno puede encontrar a Dios que le habla y le ofrece todos los elementos necesarios para su verdadero crecimiento humano y espiritual según nuestra vocación; falta el ‘lugar’ donde, más allá de las percepciones personales que siempre es bueno compartir, podamos también realmente discernir juntos cuál es la voluntad de Dios sobre la propia fraternidad local, provincial y de la Orden.
38. En otro tiempo para constituir una fraternidad se requería al menos 12 hermanos. Hoy no sería posible. Pero tampoco podemos pensar que nuestro carisma encontrará caminos para encarnarse con eficacia divina en las diversas culturas, si no apostamos con decisión por la presencia de fraternidades significativas, tanto en relación al número como en la vitalidad de sus relaciones fraternas. Será difícil un testimonio eficaz de nuestra vida si nos presentamos sólo como agentes pastorales, totalmente dedicados al ministerio, sin la expresión de la vida fraterna.
39. La evidente escasez de hermanos laicos en nuevas zonas de desarrollo de la Orden plantea un problema: ¿es el Señor que solo quiere capuchinos ordenados in sacris, o quizás somos nosotros que nos vemos y proponemos sólo como hermanos sacerdotes? No creo que sea una cuestión de números, sino de identidad carismática. Nuestra vocación es ser hermanos y menores: todas las demás ‘cualificaciones’ no añaden o quitan nada a esta identidad; más bien es a partir de esta identidad desde la que todo el resto recibe la fisonomía propia. No me cualifico como hermano menor porque soy sacerdote, o porque tengo un título de estudios, o porque puedo adoptar posiciones que se considerarán de prestigio dentro de mi cultura. No me cualifico como hermano menor porque puedo administrar una parroquia, administrar los sacramentos, dirigir una escuela o asumir cargos de poder dentro de la Iglesia y de la Orden. Me cualifico como hermano menor solo y en la medida en la que me comprometo a vivir el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad, con una particular predilección por los servicios humildes que exigen generosidad y olvido de uno mismo, y por la cercanía a los últimos, a los excluidos y a los pobres.
40. En nuestra Orden hay realmente espacio para todos, no sólo para los llamados a las órdenes sagradas. Por esto tantos hermanos laicos nuestros han podido alcanzar la santidad sin ser sacerdotes, porque el ser ordenados no es elemento necesario para vivir nuestra vocación. Seremos más y mejores testigos del Evangelio, si a través de nuestros modos de razonar y a través de las elecciones que hacemos, logramos enriquecer a todas las culturas con esta identidad específica que es don del Espíritu Santo para el bien de todo el Pueblo de Dios. Tenemos que encontrar los modos para dar pasos concretos y significativos en este sentido.
B) Apertura a la misión y a la colaboración
41. Gracias a Dios, ya existe un gran movimiento de hermanos de Asia y África que están dispuestos a ser enviados fuera de sus propias circunscripciones para hacer frente a las necesidades del mundo occidental, e incluso a zonas de primera misión, llamadas ad gentes. También hay ejemplos de pequeñas circunscripciones, con importantes dificultades de personal, que a pesar de todo no renuncian a poner a disposición algunos de sus miembros para las necesidades de la Orden. Es necesario que crezca en todas las circunscripciones el compromiso de valorizar aún más la dimensión misionera, abriendo el corazón y poniendo a disposición hermanos que vayan a anunciar el Evangelio fuera de su territorio. Esta disponibilidad es un signo importante del crecimiento y la madurez de cada circunscripción, tanto de los superiores mayores como de los hermanos.
42. Durante el Capítulo general se han puesto de manifiesto, una vez más, las dificultades que se producen cuando una circunscripción depende directamente del Ministro general, de ahí la necesidad de proceder de manera prudente frente a esta situación. A veces parece que no existen otras alternativas, y que se deben seguir utilizando las posibilidades que ofrecen nuestras Constituciones, pero no podemos limitarnos simplemente a reconocer la situación (cf. Const 136,1). Creciendo consistentemente en número y en madurez de fe, también es conveniente que crezca la responsabilidad directa de las circunscripciones más fuertes hacia esos territorios y presencias que tienen dificultades en el anuncio del Evangelio y en la implantatio Ordinis. Se trata de un compromiso que, por supuesto, debe realizarse en comunión con la Orden, pero que sin embargo, y en la medida de lo posible, debe ser asumido a nivel de las Provincias.
43. Es cierto que ha crecido mucho la sensibilidad de todos frente al valor de la colaboración entre circunscripciones de una misma área, y que ya están en marcha iniciativas muy positivas, pero sería un error no avanzar aún más en esta dirección. De modo especial, en el ámbito formativo, se siente con mayor intensidad la necesidad de poner a disposición más y mejores fuerzas para los centros comunes de formación. La Orden ha invertido en estos años muchas energías para preparar adecuadamente a tantos hermanos, bien sea a nivel de la formación de los formadores, bien sea en hermanos dedicados al servicio académico: se trata de cientos de hermanos que han podido adquirir las competencias necesarias. Ahora, entre todos, tenemos que encontrar el modo de hacer que el bien recibido revierta generosamente al servicio, sobre todo, de nuestros hermanos en formación.
44. En algunas áreas hay importantes centros de formación interprovinciales que funcionan desde hace años. Sucede en algunos lugares que, al surgir dificultades, los Ministros deciden autónomamente, quizás con demasiada facilidad, retirar sus candidatos y sus profesores de la colaboración común. Actuando de esta manera los centros interprovinciales se debilitan y en ocasiones la situación puede resultar insostenible. El modo de proceder en estos casos debería llevarnos a confrontarnos abiertamente en la sede de la Conferencia, para afrontar juntos los problemas y las legítimas aspiraciones, y para buscar de manera fraterna y consensuada las mejores soluciones para el bien de los candidatos, las provincias y la Orden. En este tema puede ser de gran ayuda involucrar en los procesos de toma de decisiones a los responsables del Secretariado general de la formación (cfr. Moción 1.3).
C) Condiciones para la misión y la colaboración
45. El amor fraterno sólo puede ser gratuito, nunca puede ser una compensación por lo que el otro realiza, ni un anticipo por lo que esperamos que haga. Por esto es posible amar a los enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro control. Por eso podemos hablar de una “fraternidad universal”[9].
46. He querido retomar esta afirmación del Papa Francisco porque me parece que indica muy bien cuál es la condición necesaria que nos permite una apertura fecunda a la misión o a las colaboraciones: se trata de la gratuidad. Fray Mauro Jöhri nos sensibilizó intensamente indicándonos la vía para reavivar la llama de nuestro carisma[10], como también nos había ofrecido distintas provocaciones respecto a la misión[11]. La clave de interpretación de su pensamiento está precisamente en el don de uno mismo. Quizás es importante retomar en consideración las dos cartas, porque nos ofrecen muchas sugerencias útiles para abordar de manera fecunda los retos que tenemos delante; el primero es que nuestra vocación es una llamada para salir de nosotros mismos y ponernos gratuitamente al servicio de los hermanos[12].
47. En el Capítulo general se escuchó una frase de un hermano enviado en colaboración a una Provincia de Europa que causo cierta perplejidad. Este hermano hizo esta amarga constatación: ¡he sido vendido por mi Provincia! Probablemente fue un sentimiento personal en un momento de cansancio; pero de alguna manera nos ayuda a comprender bien que la disponibilidad a la misión y a la colaboración nunca puede ser verdadera, si está dirigida sólo a zonas del mundo que ofrecen un alto nivel de vida o una retribución económica para las circunscripciones que envían, mientras que, por otra parte, falta la disponibilidad para las zonas donde se puede sufrir pobreza y privaciones. Tampoco se puede permitir que las circunscripciones que tienen necesidad de personal utilicen sus recursos económicos para asegurarse o ‘comprar’ el servicio de los hermanos de provincias que tienen disponibilidad de personal. Entre nosotros no puede ser así[13]. La Orden, todas las circunscripciones y todos los hermanos, deben encontrar formas apropiadas para canalizar la disponibilidad de quien se siente llamado a ir generosamente ‘entre los sarracenos‘ (cf. Rb, 12).
48. El amor fraterno que nos impulsa a ir y a evangelizar según el mandato del Señor -repitámoslo con las palabras del Papa- sólo puede ser gratuito, nunca puede ser una compensación por lo que el otro realiza, ni un anticipo por lo que esperamos que haga. Confiemos más bien en la providencia divina, porque “Dios, que nos llama a la entrega generosa y a dar todo, nos ofrece las fuerzas y la luz que necesitamos para seguir adelante. En el corazón de este mundo permanece siempre presente el Señor de la vida que nos ama tanto. Él no nos abandona, no nos deja solos, porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevas caminos“[14].
IV. LA ORDEN EN LAS AMÉRICAS
49. También para las Américas valen muchas las consideraciones hechas hasta el momento. Si hasta hace algunas décadas se podía pensar que fuera esta la zona en la que más crecería la Orden, con una fisonomía propia y con algunas acentuaciones que parecía que expresaban mejor nuestro carisma en las culturas allí presentes, hoy comprobamos que la dinámica de crecimiento ha parado. Desgraciadamente hay ya diversas circunscripciones, en particular en el área de lengua española y en algunas provincias de América del Norte, que están sufriendo una fuerte disminución de los hermanos. Creo que es el momento justo para reunirnos y reflexionar sobre lo que está sucediendo.
50. Teniendo en cuenta la gran fuerza que la Orden tiene todavía en las Américas, no podemos permitirnos el lujo de dar espacio al desaliento, aunque algunas zonas estén atravesando serias dificultades. Vale la pena unir las fuerzas para individuar juntos los caminos que puedan ayudarnos a revitalizar la llama de nuestro carisma en el gran continente a partir de lo mejor de nuestras capacidades. Sobre todo hay que emprender con decisión, también aquí, el camino de la colaboración entre las circunscripciones, iniciado ya en algunas áreas, y con muy buenos frutos. Creemos que será una respuesta eficaz, que de forma concreta pueda dar calidad a nuestra fraternidad, incluso en las áreas que en este momento tienen dificultades.
51. Vistos los resultados positivos y el estímulo del Capítulo, el Consejo general quiere estudiar la posibilidad de iniciar también en América alguna fraternidad intercultural como las del proyecto Fraternidades para Europa“. Creemos que puede ser un instrumento válido para dar savia nueva a otras circunscripciones fuera de los límites territoriales del viejo continente. Quizás, para superar la designación geográfica y tomando como referencia este año jubilar dedicado a San Lorenzo de Brindis – hombre que sabía conjugar admirablemente la prolongada oración, con la preparación cultural y un compromiso incansable para implantar con eficacia y hacer progresar vigorosamente la Orden – se ha pensado denominar al proyecto, ya no “Fraternidades para Europa” sino proyecto “Fraternidad San Lorenzo de Brindis”.
52. Nuestros hermanos de América son los más directamente interesados en todo este camino, y son también ellos los que tienen mayor capacidad para reflexionar e identificar las vías idóneas para realizarlo; por este motivo el Consejo General piensa llevar adelante la iniciativa de un Encuentro Panamericano de todos los Superiores mayores del continente, que se celebrará en octubre del año 2020. Esperamos que en este encuentro maduren criterios para mejorar la ayuda mutua y se den también sugerencias para los posibles cambios en las estructuras de las circunscripciones: provincias en custodias, uniones de provincias, nuevas custodias, una nueva definición de los territorios de las circunscripciones, etc.
V. OTRAS PROPUESTAS DE ANIMACIÓN
53. Lo que nos proponemos realizar en el encuentro Panamericano de octubre del próximo año, pensamos que podría ser también útil y conveniente proponerlo para toda Europa para el año 2021. Tenemos tiempo para prepararlo bien, pero confío en que ya desde ahora se inicie un sano y sincero diálogo entre todos, a la luz de los signos de los tiempos con los que el Señor quiere indicarnos el camino; signos que debemos leer e interpretar juntos.
54. Teniendo en cuenta los pasos del camino que tenemos que recorrer en los próximos años, y tratando de dar respuesta a las insistentes llamadas del Santo Padre que nos se cansa de invitar a toda la Iglesia a ponerse siempre en actitud de salida al servicio del Pueblo de Dios[15], creemos que puede ayudar mucho a la Orden volver a reflexionar, una vez más, sobre la dimensión misionera de nuestra vida. Deseamos poder celebrar, hacia la mitad del sexenio, un nuevo CPO centrado en el tema de la misión. Profundizar en esta dimensión ayudará a toda la Orden a orientar con mayor seguridad los pasos que debemos dar en el futuro, al mismo tiempo que será un buen estímulo para retomar con mayor fuerza nuestra vida de fe y de oración, nuestra vocación como don que se entrega a los demás y el carisma de la fraternidad.
55. Convencidos de que a través de las indicaciones del Capítulo general se expresa también lo que el Señor quiere de nosotros; apoyados por las enseñanzas que la Iglesia ha dado para todos los cristianos después de haber alcanzado un clara conciencia por parte de todos sus miembros, queremos insistir en el firme compromiso de poner en práctica con toda la fuerza de la que somos capaces, todo lo necesario para que no pueda ocurrir que alguno de nosotros, o de los que trabajan y viven en nuestros entornos, cometa abusos a menores[16]. Toda la Orden ha hecho un gran esfuerzo para dotarse en estos años de directrices o protocolos adecuados. Quien no lo haya hecho todavía, lo haga lo antes posible y lo envíe a la Curia general para su aprobación.
56. Todos tenemos que ser responsables y tener conciencia de que no basta con tener protocolos; es necesario comprometerse en la formación de todos los hermanos y de todos los colaboradores, en particular de aquellos que tienen contacto con los menores, para que los protocolos asumidos sean efectivamente puestos en práctica. Es muy importante evaluar constantemente las acciones emprendidas y aplicadas para proteger con todos los medios a los menores y evitar que en el futuro puedan volver a repetirse conductas devastadoras para ellos. Los protocolos deben ser realmente adecuadas, y deben estar continuamente actualizados. No podemos esperar a que suceda el mal que no quisiéramos: ¡comprometámonos en prevenirlo! (Moción 3.1).
57. Los Consejeros Generales estarán particularmente atentos para apoyar este compromiso, que es de todos y cada uno de nosotros. También, con motivo de las visitas a las diferentes circunscripciones, deben verificar lo qué se está haciendo realmente a este respecto. Tratemos de trabajar con convicción y energía, y será motivo de ulteriores bendiciones por parte de Dios.
CONCLUSIÓN
58. En estos primeros meses en el servicio que el Capítulo general me ha confiado he podido tomar mayor conciencia de que nuestra Orden es grande, efectivamente es muy grande! Y es grande no sólo porque el número de los hermanos es muy elevado, (somos una de las órdenes religiosas masculinas más numerosa), y está presente en casi todos los países del mundo, sino porque descubro una energía y una originalidad de respuesta al Señor realmente singular. La Orden es grande no sólo por su historia gloriosa del pasado sino también porque está llamada y tiene todas las capacidades para construir una gran historia en el presente y en el futuro. Agradezcamos al Señor de todo corazón y depositamos en Él toda nuestra seguridad y confianza.
59. Precisamente recordamos este año a nuestro ilustre hermano San Lorenzo de Brindis, que supo guiar a la Orden con eficacia y fomentar su crecimiento en santidad. Leyendo los distintos boletines enviados por las circunscripciones, me alegra constatar que hay muchas pequeñas y grandes iniciativas para celebrar adecuadamente este aniversario. Pero no nos contentemos sólo con recordarlo; su incesante labor y actividad al servicio de la Orden y de la Iglesia, sus interminables recorridos por todos los caminos de Europa, -a pesar del cansancio y todo tipo de inconvenientes-, la firme voluntad de estar presente allí donde las necesidades se lo exigían y su generosidad a la hora de desempeñar las misiones que le eran confiadas por el Papa, nos deben servir de estímulo para recorrer hoy, también nosotros, con renovado celo, los caminos que el Señor nos propone.
60. Al final del Capítulo general, el Santo Padre nos ha indicado tres características/ modalidades que deben distinguir nuestro modo de ser y que quiero resumir así: continúen siendo frailes del pueblo, cordialmente cercanos a todas las personas, incluso a las más humildes; sean hermanos de corazón grande para todos, capaces de acoger con misericordia y de administrar con generosidad la misericordia de Dios; sean hermanos que oran, y háganlo de forma sencilla, para que puedan sostener el modo sencillo de orar de la gente[17]. Son cosas en las que nos reconocemos y que podemos hacer todos en cualquier parte del mundo y en todo momento, cualquiera que sea nuestra condición o los trabajos que tengamos que desarrollar.
61. El Señor confía en nosotros. La Iglesia confía en nosotros. Caminemos sin miedo, confiando en la protección materna de la Virgen María, patrona de la Orden, y con la intercesión de San Francisco, de santa Clara, de San Lorenzo y de todos nuestros santos. El compromiso sincero reanime y alegre el corazón de todos y que de los labios de cada uno de nosotros se proclame la misma consoladora necesidad de agradecer al Señor.
Roma, 14 de abril de 2019.
Domingo de Ramos.
Fr. Roberto Genuin
Ministro General OFMCap
Vicario General
Fr. José Ángel Torres Rivera
Consejeros generales
Fr. Norbert Auberlin Solondrazana
Fr. Francisco Neri
Fr. Carlos Silva
Fr. Kilian Ngitir
Fr. Piotr Stasiński
Fr. Pio Murat
Fr. John Baptist Palliparambil
Fr. Victorius Dwiardy
Fr. Celestino Arias
[1] LodAl 3.
[2] Cf. Carta apostólica del Santo Padre Francisco a todos los consagrados en ocasión del Año de la vida consagrada, (21 de noviembre de 2014), LEV, Ciudad del Vaticano 2014.
[3] Francisco, Carta Encíclica Laudato Si. Sobre el cuidado de la casa común (24 de mayo de 2015), LEV, Ciudad del Vaticano 2015.
[4] Cf. Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2013), LEV, Ciudad del Vaticano 2013.
[5] Cf. http://w2.vatican.va/content/francesco/it/speeches/2018/september/documents/papa-francesco_20180914_capitologenerale-cappuccini.html#CONSEGNATO
[6] Orientaciones para la colaboración fraterna entre Circunscripciones, Analecta OFMCap 128 (2012) n. 2 segunda parte 725-729.
[7] M. JÖHRI, Hacia Fátima. Encuentro de los Ministros de toda Europa, Analecta OFMCap 130 (2014) 292-300.
[8] La vida fraterna minorítica es nuestro modo específico de contribuir al anuncio del Evangelio y a la misión: la misma vida fraterna, fermento de comunión eclesial, es profecía de la unidad definitiva del Pueblo de Dios y constituye un testimonio esencial para la misión apostólica de la Iglesia. (Const. 88,4).
[9] Francisco, Carta Encíclica Laudato Si. Sobre el cuidado de la casa común (24 de mayo de 2015), LEV, Ciudad del Vaticano 2015, n.228.
[10] Cf. M. JÖHRI, Reavivamos la llama de nuestro carisma, Analecta OFMCap 124 (2008) 533-548.
[11] Cf. M. JÖHRI, en el corazón de la Orden de la misión, Analecta OFMCap 125 (2009) 296 – 303.
[12] Cf. A. SPADARO – M. BARTOLI – N. KUSTER, Sei ciò che dai. Conversazioni con Fra. Mauro Jöhri. Ministro generale dei Frati Minori Cappuccini, Edizioni Padre Pio da Pietralcina, Foggia 2018.
[13] Según la tradición capuchina, (los hermanos) se inserten cordialmente entre la gente de toda condición, no vinculen su acción evangelizadora a la seguridad de los recursos económicos o al prestigio social, sino que pongan su confianza en Dios y en la eficacia de la vida evangélica (Const. n. 177,5).
[14] Francisco, Carta Encíclica Laudato Si. Sobre el cuidado de la casa común (24 de mayo de 2015), LEV, Ciudad del Vaticano 2015, n. 245.
[15] Cf. Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (24 de noviembre de 2103), LEV, Ciudad del Vaticano 2013, n. 20-24.
[16] Cf. Carta apostólica en forma de “motu proprio” del Sumo Pontífice Francisco como una madre cariñosa el 4 de junio del 2016; Carta apostólica en forma de “motu proprio” del Sumo Pontífice Francisco sobre protección de menores y de las personas vulnerables, el 26 de marzo de 2019.
[17] Véase. http://w2.vatican.va/content/francesco/it/speeches/2018/september/documents/papa-francesco_20180914_capitologenerale-cappuccini.html#BRACCIO