Es una oportunidad para todos, en fomentar nuestra conversión ecológica, escuchando y respondiendo de manera conjunta al clamor de la creación. Este tiempo se llevará a cabo en toda la Iglesia del 1 de septiembre al 4 de octubre. Un tiempo que comienza el “Día Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación” y se cierra el Día de san Francisco de Asís, patrón de la ecología. El lema de este año es “Escuchar la voz de la Creación”.
El hermano Rafael encargado de JPIC en los Hermanos Menores Capuchinos dirigidos a todos los hermanos la siguiente carta y algunos subsidios:
Ciudad de México, a 31 de agosto de 2022.
Hermanos, reciban un saludo fraterno de paz y bien.
En mi inicio como animador de la JPIC de la Custodia, quiero compartir con ustedes una reflexión e invitación a celebrar “El Tiempo de la Creación” que es una oportunidad para fomentar nuestra conversión ecológica, escuchando y respondiendo de manera conjunta al clamor de la creación. Este tiempo se llevará a cabo en toda la Iglesia del 1 de septiembre al 4 de octubre. Un tiempo que comienza el “Día Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación” y se cierra el Día de san Francisco de Asís, patrón de la ecología. El lema de este año es “Escuchar la voz de la Creación”.
Como cristianos estamos llamados a participar activamente en la sensibilización sobre el tema, y cómo responder al clamor de la creación donde el Señor nos llama en nuestros diversos contextos. Renovemos nuestra fe en Dios creador y unámonos de manera especial en la oración y tarea a favor de la defensa de la casa común. En la oración nos enfocamos en el grito de la tierra y en el grito de las personas pobres. Durante este tiempo, nuestra oración y nuestra acción común pueden ayudarnos a escuchar las voces silenciadas. En la oración nos lamentamos por las personas, comunidades, especies y ecosistemas que se han perdido.
Sabemos que Dios tiene un proyecto de vida para su creación y nos llama a colaborar con Él. Desde el principio Dios está empeñado en hacer posible su proyecto de liberación y de vida en plenitud para toda su creación. Él quiere una humanidad fraterna y solidaria, donde cada persona viva en plenitud, con la dignidad para la que ha sido creada, en comunión de vida con Dios, con las otras personas y con toda la creación, sin barreras de nacionalidad, cultura o religión. El sueño de Dios es que la humanidad sea una sola familia y la tierra sea una casa para todos.
Como hermanos menores estamos llamados a poner la mirada en el amor a Cristo del cual nace el amor hacia los hermanos y también hacia todas las criaturas de Dios. Francisco nos muestra que no estamos condenados a ser los agresores pertinaces de la naturaleza, sino guardianes buenos que protegen, cuidan y transforman la tierra en una casa común.
La crisis ecológica amenaza a las mismas estructuras que sostienen la vida de nuestro planeta. El cambio climático es ciertamente una de las expresiones más visibles del ecosistema planetario, que se extiende a una gran variedad de niveles: desde la contaminación del aire, a la contaminación y progresivo agotamiento de numerosos mantos acuíferas, a la erosión de muchas áreas cultivables, a la deforestación de numerosas zonas críticas del planeta. Por no hablar del gran problema de los residuos-basuras. Fenómenos diversos, pero reveladores de un uso excesivo de los recursos naturales por parte de la humanidad, especialmente del derroche de los países ricos.
¿Cómo responder a esta realidad? Con “nuevos estilos de vida” que cobrarán importancia a partir de la toma de conciencia de que deben ser modos nuevos de plantearse solidariamente la existencia, formas responsables de habitar, preocupados por el bien común, que se traducen en acciones cotidianas que todos pueden realizar y que dan concreción al sueño del cambio y de otra vida y otro mundo posible.
Lo que los nuevos estilos de vida quieren poner de relieve es la capacidad y el potencial que tenemos los seres humanos para poder cambiar la vida mediante acciones y opciones cotidianas que hacen posible muchos cambios, partiendo del nivel personal, pasando necesariamente por el nivel comunitario, hasta alcanzar el vértice del sistema socio-económico y político, de modo que produzcan cambios estructurales incluso globales. No se trata de ser héroes ni santos, sino ciudadanos responsables y solidarios, y cristianos que viven el mandamiento del amor preocupándose en la vida cotidiana por el bien común.
Nuestra fe tiene que ser una luz y una fuerza grande para ir construyendo esos nuevos estilos de vida, porque en primer lugar nos dice que las cosas tal como están no son conformes a la voluntad de Dios, y además que la situación en la que nos encontramos no es inevitable. La sabiduría que nos viene de nuestra fe cristiana nos recuerda la belleza y la grandeza del don recibido y nos coloca de un modo diferente en el cosmos y en la historia: nos habla de la finitud y del límite que caracterizan la existencia humana, de un umbral que hay que custodiar para encontrar la felicidad y la armonía. Es una sabiduría que está muy atenta a todo lo que amenaza a la vida para afrontarlo valientemente, con opciones incisivas y meditadas. Nos ayuda a discernir nuestras actitudes, nuestra mirada sobre el mundo y nuestro modo de estar en él. Es una sabiduría solidaria que quiere realizar una verdadera fraternidad, preocupándose por los pobres, educando en la sobriedad y ayudando a descubrir el sentido pleno a la vida.
La sabiduría que provine de nuestra fe nos lleva a promover una forma distinta de vivir que establezca una nueva relación con las personas, con la naturaleza, con las cosas y con los problemas de nuestra sociedad y del mundo.
Para ser partícipes de este “Tiempo de la Creación”, les propongo e invito a llevar a cabo las siguientes iniciativas, sin olvidar el sentido de dicha conmemoración arriba mencionada:
- Destinar por lo menos un domingo del mes de septiembre, para proyectar al inicio de las misas el video “¿Escuchas eso? Es la voz de la Creación”.
- Celebrar entre semana la Eucaristía con el subsidio: “Celebración Eucarística por la Creación” propuesto por el Comité Directivo del Tiempo de la Creación.
- Preparar una hora santa con meditaciones en relación al “Tiempo de la Creación”, para pedir a Dios en comunidad que nos conceda amar, cuidar y proteger a los hermanos y la creación.
- Organizar en unión con algunos grupos parroquiales, algún stand con imágenes y reflexiones sobre la importancia de la justicia, la paz y el cuidado de la creación. Pues debemos hacer conciencia en nuestras comunidades sobre cómo responder a los desafíos de nuestra época desde el respeto por la persona y la creación, enfocando desde la luz de la fe.
- Preparar nuestro retiro mensual en torno al “Tiempo de la Creación”, como signo de conciencia y compromiso fraterno.
- Hacer en fraternidad al final de algún rezo, la “Oración por nuestra Tierra”.Me despido de ustedes, agradeciendo su atención y pidiendo a Dios, por la intercesión de nuestro hermano y padre San Francisco, que nos bendiga para responder con responsabilidad y bondad a su llamado.
Fraternalmente
Hno. Rafael Chamorro Jiménez, OFM Cap